
Así se crearon los cascarudos de "El Eternauta": innovación argentina con colaboración mundial
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Innovación y colaboración se unen para dar vida a los monstruos en "El Eternauta" de Netflix.
El Eternauta, un ícono de la cultura argentina, ha resurgido como serie en plataformas internacionales como Netflix. Este éxito reciente alcanza dimensiones notables bajo la dirección de Bruno Stagnaro y la colaboración de un equipo multidisciplinario, que integró avances tecnológicos en efectos visuales para recrear a los famosos cascarudos, criaturas que dejaron huella en generaciones.
Retos técnicos y logísticos en la producción
El desarrollo de la serie representó un desafío monumental para la industria audiovisual argentina, especialmente por la incorporación de técnicas innovadoras en efectos visuales. Bajo la supervisión de Ignacio Pol en efectos visuales y producción virtual, el proyecto requirió una colaboración sin precedentes. Como Pol explica, "fue el esfuerzo conjunto de múltiples equipos". La producción no solo implicó complejidad técnica, sino también un compromiso con preservar la esencia de la obra original de Héctor Germán Oesterheld y Solano López.
En el centro de este proceso estuvo la creación de los cascarudos. Diseñados originalmente por el escultor Martín Canale, estas criaturas tomaron vida mediante tecnología 3D y la participación de estudios internacionales como Industrial Light & Magic. El proceso combinó creatividad artística con una logística detallada, asegurando que cada movimiento se alineara con las exigencias narrativas.
Impulso internacional y colaboración clave
Uno de los mayores desafíos fue la necesidad de involucrar a expertos globales en efectos visuales. Aunque el talento local fue fundamental, la escala del proyecto exigió el apoyo de estudios reconocidos a nivel mundial. Empresas como Many Worlds, Beat y Refine contribuyeron en la animación y desarrollo de más de 2000 planos.
La postproducción innovó con el uso de pantallas verdes para eliminar elementos físicos del set e integrar digitalmente a las criaturas en escenas complejas. El equipo trabajó en estrecha coordinación con la dirección creativa, priorizando tanto la cohesión visual como el respeto al legado del cómic.
Actuación frente a lo invisible
Para los actores, el reto consistió en interactuar con entidades que no estaban físicamente presentes. Los stunts, especialistas en simular movimientos, fueron clave al usar trajes de croma azul, permitiendo que actores como Ricardo Darín reaccionaran de manera creíble ante la presencia imaginaria de los cascarudos.
"Hicimos pruebas exhaustivas", señaló Pol, destacando la importancia de elementos físicos para lograr reacciones auténticas. Las indicaciones situacionales detalladas ayudaron a reducir posibles discrepancias entre la visión del guion y su ejecución técnica.
La serie se consolida como un ejemplo de lo que la industria argentina puede alcanzar mediante talento y colaboración. El Eternauta no solo renueva un clásico cultural, sino que también establece un modelo de cómo el trabajo colectivo trasciende fronteras, conectando generaciones.
La enseñanza detrás de los cascarudos
El proyecto refleja, ante todo, un profundo respeto por una obra que inspiró a cineastas, artistas y técnicos. Ignacio Pol, al recordar cómo el cómic lo influenció desde su infancia, afirma: "Hay una conexión generacional clara con El Eternauta".
Más allá de los efectos visuales, el éxito de la serie reside en su mensaje social y colectivo, que ahora llega a nuevas audiencias. La fidelidad al mensaje original no solo honra la fuente literaria, sino que plasma en pantalla valores como comunidad y cooperación. Como concluye Pol, cada participante aportó un esfuerzo genuino, impulsando un proyecto que superó lo individual.
En sus palabras, "fue un sueño cumplido". Esta adaptación, largamente esperada, deja una marca en el ámbito cultural y técnico, así como en la experiencia emocional de creadores y espectadores. El legado persiste, demostrando que el arte trasciende el tiempo. Los cascarudos, ahora icónicos, simbolizan el poder de una colaboración sin fronteras.
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