Pasaron nueve años desde la muerte del fiscal Alberto Nisman y, aunque en los tribunales federales de Comodoro Py dieron por probado que se trató de un asesinato, a los investigadores judiciales todavía les resulta imposible esclarecer quién lo mató. Año tras año se torna más lejana la posibilidad de arribar a una conclusión sobre quién o quiénes podrían haber sido los autores materiales del crimen. Lejos de poder responder a esa pregunta crucial, el mundo del espionaje aparece, hace años, en el primer plano de la causa judicial. Y ahora los investigadores buscan reconstruir quiénes reportaban de forma inorgánica a la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), la ex-SIDE, con la hipótesis de que el técnico informático que le dio el arma a Nisman, Diego Lagomarsino, procesado como partícipe necesario por la muerte, pudo haber trabajado para la central de espías. Los pedidos de la Justicia a la AFI todavía no tuvieron respuesta.}
DIARIO LA NACION